Parte del “sueño americano” implica grandiosos trabajos, en los que se viaja mucho, se gana bien, y poder ser un miembro V.I.P. a donde quiera que se vaya. La realidad es que se puede tener todo eso, pero se sacrifica también algo más importante y característico del ser humano, los lazos sentimentales. Observo esto como una de las críticas o un reflejo de la realidad del sistema laboral norteamericano, donde aquel que trabaja es capaz de perder la identidad, la familia y cualquier otro elemento de la vida que lo quiera mantener cerca por esta elección de priorizar el trabajo. Y este es el caso de Ryan Bringhman (George Clooney), un sujeto exitoso que viaja por todo Estados Unidos despidiendo empleados de empresas ajenas, dando la cara por Jefes que necesitan un “excluidor de personal” eufemista.
La necesidad de viajar del protagonista en cierto momento deja de ser exclusivamente funcional. Al no tener nada a qué aferrarse emocionalmente, ya que en tierra no hay nada que le interese más que las personas a las que tiene que despedir, pasa a generar una afición por volar comercialmente para llegar a los Diez millones de millas de vuelo, la misma que terminará siendo retribuida con la membresía honorífica de American Airlines y conocer a un capitán de aeronaves que es la imagen principal de las publicidades de dicha aerolínea. Es aquí donde vemos que la felicidad de compartir con las personas que se conoce en el transcurso de la vida es reemplazada por el individualismo de sus logros y aficiones.
Realmente es fácil darse cuenta que este reflejo de exigencia laboral es excesivamente sobreestimado. En muchos países es común encontrar turistas de la tercera edad provenientes de Norteamérica, los cuales se dedican a viajar con una buena jubilación después de haber sido “excelentes trabajadores” y dar todo lo que pudieron a una empresa, que en determinado momento necesitó de un George Clooney para que cumpla con su papel de excluidor. Pero realmente habría que preguntarse, cuantos de ellos se dedicaron a hacer felices a sus bolsillos, y cuántos de ellos quisieron compartir, mientras eran medianamente jóvenes, con la gente que en algún momento pudo haber representado algo en su vida, o a la que no dejaron acercarse gracias a su trabajo.
El papel de Natalie Kenner (Anna Kendrick), una aprendiz en la profesión de despedir trabajadores y la misma que inventa un nuevo método de despido menos personal, es la representación de lo emocional en exceso, alguien que no es lo suficientemente profesional y se deja afectar emocionalmente. Demuestra la debilidad al momento de terminar su relación con su pareja, ya que fue a parar en Omaha por el amor que le tenía a su novio.
Mientras transcurre la película, el empleo de Ryan Bringhman es el causante de que conozca y se enamore de Alex (Vera Farmiga), una mujer de las mismas características, quien viaja mucho y no se aferra a los sentimientos de quienes pasan mucho tiempo en tierra, que lo hace cuestionarse sobre su decisión de ser alguien apartado de la dependencia emocional. Pero El rol de Alex va más allá de ser una simple mujer que le causa una decepción a Ryan por la omisión contarle de su esposo e hijos, realmente la función de Alex en la película es la de hacerle dar cuenta a Ryan que ha sido despedido de la vida, que tanto insistió en su decisión que hubo alguien que secunde su idea y lo convenza de seguir haciendo lo mismo, que siga despidiendo gente y continúe con sus individualismos, porque su trabajo de amante terminó.
La comparación de la vida sentimental con la vida laboral es bastante acertada. La película esconde, por así decirlo, este mensaje de decepciones, que a fin de cuentas realmente pasan. Se podría decir que sirve bastante para explicar lo que puedes perder si antepones el “éxito”, entre lo que se desea tener materialmente y lo que se desea emocionalmente, sí existe un punto medio y nadie es indispensable. Alex es ese punto medio y los que te aprecian son indispensables.
Patakon
No hay comentarios:
Publicar un comentario