Gloria Trevi se ha caracterizado por ser una persona controversial, excéntrica y muy singular. Sus canciones y video clips están cargados de simbolismo, sus letras de impresionismo, su puesta en escena de exhibicionismo. Trevi es la viva imagen de la auténtica y libre expresión.
“Todos me miran” es prueba de aquello, un video con una historia muy particular en que refleja la explicitud de la gente homosexual. Como tópico central describe la fuerza interior que empuja a decir y demostrar libremente cómo son y qué sienten en realidad todos aquellos quienes tienen inclinaciones sexuales contrarias al común denominador de la sociedad. Es este el factor más llamativo, una expresión pura de rebeldía y por extensión una manifestación de libertad.
El videoclip refleja además el dolor del rechazo. Ese señalamiento con el dedo que la sociedad hace a la gente que no pertenece a su misma casta. Ese juicio injurioso que marca a quien por delante se lo califica de “anormal” es un castigo marcado que el tema reflexiona en torno a este comportamiento intolerante hacia las personas homosexuales al que Trevi absuelve rebeldemente mediante el estribillo de la canción.
La sociedad está fuertemente influenciada por las expresiones culturales, sean estas propias o extranjeras. La música es el medio más preferido para manifestar la subjetividad de las personas y es ahí donde estas historias se vuelven reales, comparten significantes, se identifican y se asocian a quienes ven la necesidad de romper el sesgo y expresarse libremente, como es, como quiere ser.
Hoy en día las manifestaciones en contra del sistema se hacen cada vez más presentes. Existen actualmente un sinnúmero de demostraciones que buscan difundir con ahínco sus necesidades de expresión libre y espontánea, sea este por el medio que fuere, aunque, en el intento, sean blancos fáciles de los fuertes grupos convencionales asentados, quienes los reprimen o señalan con el dedo.
La Iglesia, por ejemplo, comanda una resistencia en contra de la libre manifestación sexual, calificando esta tendencia como aberrante y antinatural. Sin embargo, no es un pecado pensar y sentir de forma independiente, de ser así, es un pecado hacer arte, exteriorizar nuestros sentidos porque pensamos de tal o cual manera. Esa es otra forma de encasillar a la sociedad mediante juicios que sólo causan dolor y sufrimiento.
Los prejuicios de la sociedad deben quedarse sólo en eso, en prejuicios. Materializarlos solo nos lleva a ser una colectividad con aprensiones y tabúes y eso quedó para el oscurantismo, dónde el cuestionamiento de los dogmas y la represión de la libre expresión se encontraban en su apogeo.
El desarrollo de la sociedad no solo implica avances tecnológicos, sino humanos también. La proliferación de la intolerancia hacia las inclinaciones homosexuales es un muro de concreto que impide el progreso. “Todos me miran” es ahora un himno gay, pero en un futuro será también un himno a la libertad de pensamiento y expresión.
Por Fioncer
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