La declaración oficial de Ricky Martin sobre su homosexualidad en primera instancia no me provocó realizar algún tipo de comentario. Sin embargo, debo admitir que su etapa de aceptación, reflexión y libertad me cayó como anillo al dedo pasada las ocho de la noche, donde no me decidía sobre qué escribir. Las respuestas al comunicado del intérprete generaron noticia inmediatamente en el mundo del espectáculo y era de esperarse. Lo que me causó gracia fue la avalancha de comentarios en las redes sociales, messenger, mailes que decían noticia de última hora, entre otros donde prevalecía la ironía, las mofas, pero eso no es lo que me molestó hasta cierto punto, sino el trasfondo del tema.
Personas que en estas circunstancias hacían uso de sus espacios para generar opinión burlesca, en muchas ocasiones los he visto enroncharse en las clases defendiendo a los grupos alternativos o ir a sitos culturales promoviendo la libertad de los derechos y bla, bla, bla. Particularmente, lo vi y lo califiqué de hipocresía social. Y aunque me fastidié tomándome el tiempo de leer todos los mensajes, creo que todos pasamos por hipócritas sociales.
En el fondo no somos más que pura facha, ya que decimos que aceptamos y respetamos, sin embargo ¿quién no ha caído en las bromas o prejuicios ante una situación parecida? Aquí no se trata de que este caso es distinto, porque es Ricky Martín, se trata de los individuos como personas queriendo llegar a un grado de autoaceptación. Leyendo la carta y dándole crédito al comentario de una apreciada amiga, pero que esta vez se le fue la lengua o mejor escrito se le fueron de más las letras al teclear, la declaración del señor Martin, sí, es bastante emotiva, pero lo que me llamó la atención y me dejó otro cuestionamiento fue la parte donde señala que personas muy cercanas a él lo aconsejaron que no era necesario dejar expuesta su condición sexual al público.
El derecho a la intimidad fue lo que se me vino a la mente. Son innumerables las veces que tratamos ese aspecto en las clases que extraño con Carolina Andrade. ¿Hasta dónde puede llegar el insaciable morbo a perturbar a un individuo? La carta de Martin a más de ser emotiva, es la de una persona que ha estado en constantes rumores sobre si es o no es. Aquí hay un aspecto psicológico que juegan las personas que están en igual condición y es el ser o el deber. Actualmente este sujeto eligió “ser” y hacerlo “público”, pero hay también las personas que eligen ser y mantenerlo en su intimidad. Es que creo yo a nadie debe importarle éste tipo de decisiones.
Tal vez me esté encarnizando con el tema, pero me molesta la inmadurez y la celebración colectiva. Frases como “se dio cuenta de que se le cayó el jabón” son una falta de respeto no hacía éste personaje, sino hacia personas que no tienen porque divulgar si disfrutan de la compañía de personas de su mismo sexo.
En cada palabra que dejo asentada se me pasan a la mente varias personas que no niegan y tampoco andan diciendo “Hola, soy gay”. Somos pocos los que sabemos acerca de aquello y creo y defiendo el “por qué” aún quieren seguir “en el clóset”. Por lo general, se habla y está bien de los derechos que poseen personas no heterosexuales y su libertad de vivir dentro de la sociedad haciéndose valer por sus conocimientos y mostrando a todos que son “alternativos”. Pero nadie se pregunta qué hay de esas personas que simplemente no les da la gana de divulgarlo y no es que sean tapiñados, sino que están conformes con su estilo de vida fuera de los comentarios, que deciden no afirmar nada y tampoco negarlo.
Es lamentable y lo digo también por mí caer en las risitas y comentarios superfluos cuando se exponen casos como éste. Según mi apreciación -y diga lo que se diga- aún prevalece el rechazo. Si me equivoco solo imaginen a alguien de su familia declarándose gay, y para los que quieran tener hijos imagínenlos confesando sus gustos. Yo quedaría sin argumentos sinceramente no sé cómo reaccionaría. A las personas que estimo y son en este plano diferentes me resulta algo que no me exaspera. Además me parecen ridículas las palabras de aceptación, porque no estamos para aceptar o rechazar, simplemente lo son.
Ahora con respecto a Ricky Martin que disfrute de su paz y liberación que le causó escribir sus memorias y publicarlas. Por mi parte que siga bailando ya que es un deleite visual ver sus movimientos e imitarlos.
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