miercoles, 7 de abril del 2010
Si hay algo que es seguro para todos en esta vida es la muerte. Dentro de las inquietudes que tiene el ser humano se encuentra la interrogante de la hora de su muerte y de qué forma esta llegará. Como respuesta a esta incógnita muchos prefieren calmar su conciencia pensando que vivirán 120 años y morirán por la ancianidad. Pero ¿Qué pasa si eso no sucede? ¿Y si hoy a las 13:00, mientras cruzas la calle un auto te atropella dejándote en coma? O tal vez si al retirar tus exámenes de rutina te notifican que eres VIH positivo o si tu madre tuviera un tumor cerebral descomunal que la hace llorar todo el día. Situaciones como estas son las que nos llevan a pensar en la dignidad humana.
La eutanasia es una opción que ha sido creada para que las personas puedan decidir sobre sus vidas, según sus propios anhelos. Es la decisión que se toma para que una persona con una enfermedad incurable o terminal muera de forma instantánea y de esta manera evitarle un prolongado sufrimiento. Esta decisión recae sobre el personal médico o los familiares del intervenido, quienes tienen la responsabilidad de aceptar o rechazar esta opción. Este acto ha sido duramente criticado y condenado por muchos alrededor del mundo y al mismo tiempo ha surgido como una oportunidad para aquellos cuyas vidas son dolorosamente insoportables.
El reglamento hipocrático dice: “Llevaré adelante ese régimen, el cual de acuerdo con mi poder y discernimiento será en beneficio de los enfermos y les apartará del perjuicio y el terror. A nadie daré una droga mortal aun cuando me sea solicitada, ni daré consejo con este fin. De la misma manera, no daré a ninguna mujer pesarios abortivos. Pasaré mi vida y ejerceré mi arte en la inocencia y en la pureza”.
¿Pero qué sucede si esta práctica se convierte en un acto contra la dignidad y libertad humana? El derecho a una muerte natural libre de respiradores y aparatos artificiales es algo que se debe respetar. Superponer los requerimientos del paciente a la ética médica que algunas veces resulta egoísta e insensible es un paradigma que se debe rescatar.
La aplicación de este método arrastra consigo una polémica en la que eruditos en temas filosóficos han propuesto lo siguiente: Según Hume, filósofo escocés, critica la posición eminentemente moralista del suicidio y de paso la eutanasia así:
"Nuestro horror a la muerte es tan grande que cuando ésta se presenta bajo cualquier otra forma distinta de la que un hombre se había esforzado en reconciliar con su imaginación, adquiere nuevos aspectos aterradores y resulta abrumadora para sus pocas fuerzas. Y cuando las amenazas de la superstición se añaden a esta natural timidez, no es extraño que consigan privar a los hombres de todo poder sobre sus vidas" y va en contra de un determinismo al decir que " si el disponer de la vida humana fuera algo reservado exclusivamente al todopoderoso, y fuese un infringimiento del derecho divino el que los hombres dispusieran de sus propias vidas, tan criminal sería el que un hombre actuara para conservar la vida, como el que decidiese destruirla."
Finalmente, justifica la eutanasia en términos prácticos al decir que:"Una vez que se admite que la edad, la enfermedad o la desgracia pueden convertir la vida en una carga y hacer de ella algo peor que la aniquilación. Creo que ningún hombre ha renunciado a la vida si esta mereciera conservarse."
Quien se retira de la vida no le produce daño a la sociedad, a lo sumo deja de producirle un bien.
En cambio a Kant, no le importa la singularidad, el suicidio es malo, al contrario de Hume, por que viola deberes para conmigo mismo, el respeto por nosotros mismos. Frente a la eutanasia tiene en cuenta es la potencialidad de ese ser humano que se quita la vida, las posibilidades de desarrollo de sus capacidades. La vida no vale por sí misma, sino en función de un proyecto de vida ligado con una libertad y una autonomía, ésta se justifica si permite la base material para una vida digna.
El acceder a la decisión de conservar o perder la vida es algo en lo que se debe tener libre albedrió. Pero también se deben tener en cuenta las razones por las cuales se aplica este método que permite optar por la muerte como salvaguarda de la dignidad. El miedo a que personas sin escrúpulos se valgan de la eutanasia para llevar a cabo planes malignos deja en jaque el deseo de que este método sea legal en todo el mundo.
Claudio Mueckay, abogado y defensor del pueblo en nuestro país, responde a la revista Mundo Dinners en su publicación sobre la eutanasia:
“Esta discusión de la muerte con dignidad me lleva a pensar en que así como se espera que el ser humano tenga un nacimiento y una vida dignos, también tenga derecho a una muerte digna, lo que incluye un tratamiento adecuado, una terapia para paliar los síntomas y los dolores, y cuente con compañía y afecto. Pero, lamentablemente, aquí, esto de la muerte con dignidad aún no es una práctica común. Más todavía, cuando en el Ecuador se da lo que yo llamo la ‘eutanasia inconsciente’ o la ‘eutanasia de los pobres’, a la que se ven sometidos los pacientes de escasos recursos económicos que no pueden pagar los costos de un tratamiento médico que podría salvarles la vida y deben resignarse a morir, muchas veces en medio del dolor. ¿Hay algo más indigno que eso?”.
Lamentablemente, hay que poner los pie sobre la tierra y admitir que en nuestro país esto lo hemos vivido desde hace muchos años solo que con otro nombre : Miseria y pobreza.
Basándome en Hume creo que la legalización para la práctica de este método es importante y pertinente para evitar el sufrimiento de todos los que intervienen en esta cadena: El afectado, es decir el enfermo- quien no soporta la enfermedad, los médicos y familiares quienes no pueden hacer nada al respecto y de los cuales el que ayude a suicidarse al intervenido deberá pagar una condena por ser misericordioso.
Heylun
No hay comentarios:
Publicar un comentario